¿Cómo aprenden los niños a tomar decisiones?

¿Cómo aprenden los niños a tomar decisiones?

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Aprender a tomar decisiones es difícil. Por lo general pasamos muchos años aprendiendo a hacerlo bien. De hecho, aún después de viejos a veces (y en algunos casos con frecuencia) hacemos decisiones muy tontas. ¿Cómo pueden nuestros hijos adquirir esta destreza? Digamos que para un niño aprender a tomar buenas decisiones es algo así como aprender a montar bicicleta. ¡Claro que aprender a montar bicicleta es mucho más fácil! Pero en ambos casos el niño tiene que desarrollar ciertas habilidades necesarias para lograr resultados. Los padres pueden proveer la bicicleta, las oportunidades y el entrenamiento; pero es el niño quien aprende a través de la práctica. Por otro lado, cuando queremos enseñar a nuestros niños a tomar buenas decisiones, podemos tropezar con un gran obstáculo. Cuando su hija está aprendiendo montar bicicleta usted la ve cuando no pedalea, no mira los obstáculos que tiene enfrente, pierde el balance y se cae. Por eso es mucho más fácil guiarla y animarla a lo largo del proceso. En cambio cuando cuando la está entrenando para tomar decisiones, no ve qué está pasando dentro de su pequeña cabeza. Es fácil asumir que simplemente es una niña terca, cabeza dura, rebelde y que francamente no quiere cooperar.

¿Qué es tomar decisiones?

Tomar una decisión es sencillamente escoger entre dos o más acciones posibles: Juego o como; respeto al resto de mi familia en la sala o me voy solo a mi cuarto; voy por mi cuenta al carro o mi papá me lleva cargado. ¡Claro estas decisiones se ven muy fáciles! Pero recuerde que su pequeño apenas está aprendiendo. Además aún estas simples decisiones requieren destrezas mentales complejas.

¿Qué habilidades se necesitan para tomar decisiones?

1. Entender las opciones

En primer lugar el niño tiene que entender claramente cuáles son sus opciones. Para eso tiene que pausar lo que está haciendo en el momento y enfocarse en lo que le dice su mamá. ¿Qué pasa si el niño no sabe cómo parar y sigue absorto en el juego mientras usted le habla? Usted puede asumir que es un chico terco, que no le quiere poner atención. Entonces se frustrará, se enojará y sentirá que tiene que imponerse por la fuerza. Pero también puede pensar que el niño no sabe todavía cambiar el enfoque de sus pensamientos de una cosa a otra.  Entonces le tomará la carita; lo mirará a los ojos y le dirá: «Juanito, mírame. ¿Que escoges? ¿Quedarte aquí jugando con tu tableta o ir a la mesa a comer con nosotros?» Al hacer esto usted le estará ayudando a dejar de pensar por un momento en el juego y a enfocarse en sus opciones para que pueda tomar su decisión. 

2. Asumir la responsabilidad correspondiente

Juanito también tiene que entender que él es responsable por la decisión. Eso de tomar decisiones por sí mismo puede ser difícil para él. Al fin y al cabo, está acostumbrado a que los adultos son los que dirigen su vida y toman las decisiones. Desde esa perspectiva puede asumir que su mamá le está dando un ultimátum para que deje de jugar. Usted entonces deberá decirle: «Juanito, es tu decisión. Escoge lo que te parezca mejor. Puedes quedarte aquí jugando con tu tableta o ir a la mesa a comer con nosotros.» Así usted le estará ayudando a entender que él es quien debe tomar la decisión. De otro modo el podrá pensar que la decisión es de mamá y que lo que él tiene que hacer es tratar de seguir jugando lo más que pueda hasta que le quiten la tableta por la fuerza.

3. Saber con qué parámetros cuenta

Juanito tiene que entender los datos importantes relacionados con su decisión. ¿Se va a servir la comida dentro de cinco minutos o ya está servida? ¿Su juego está a punto de terminar o acaba de empezar? ¿Puede pausar el juego o tiene que apagarlo? Si termina pronto el juego, ¿puede aún ir a la mesa? Estas cosas pueda que ni se le ocurran a Juanito; y si se le ocurren, puede ser que no sepa como preguntarlas. Usted entonces debe ayudarle a pensar en estas cosas. Por ejemplo, puede preguntarle: «Juanito, cuanto te falta para terminar tu juego?»

4. Entender las consecuencias 

El niño tiene que entender claramente cuáles serán las consecuencias de su decisión. Si no viene a la mesa se quedará sin cenar y no podrá comer nada hasta el desayuno en la mañana siguiente. Recuerde que Juanito esta aprendiendo y puede ser que no sepa cómo evaluar consecuencias. Usted entonces  le puede preguntar: «Juanito, ¿entiendes que si no vienes a comer con nosotros no habrá más comida hasta mañana? ¿Qué crees que puede pasar contigo?» De esta manera usted le estará ayudando a evaluar las consecuencias de su decisión. 

5. Pensar en qué es lo correcto

El quinto paso en este proceso es pensar en que tan importante o correcto es decidir de una u otra manera. Seguramente Juanito todavía no está listo para pensar por sí solo en estas cosas. El juego está divertido y él simplemente está emocionado. La mamá entonces puede decirle: «Juanito, a nosotros nos gusta comer juntos en la mesa. Somos tu familia y nos daría mucho gusto que comieras con nosotros. ¿Crees que es importante mostrar cómo nos queremos cuando comemos juntos?»

6 . Evaluar los pros y los contras

Juanito puede seguir con su juego y darse gusto, pero no va a poder comer hasta el día siguiente y desilusionará a su familia al no comer con ellos. El tiene que evaluar los pros y los contras de sus actos y hacer su decisión. Si decide quedarse jugando, usted no tiene que preocuparse ni molestarse. Él tomo su decisión. Ahora tendrá que lidiar con las consecuencias. 

Tres recomendaciones básicas

Como usted puede ver, aún para un niño de cinco años tomar decisiones puede ser un proceso complejo. Además, cómo si todo esto fuera poco, Juanito también deberá lidiar con su frustración, sus sentimientos, sus impulsos y los hábitos y reacciones que ha aprendido hasta este momento. Por esta razón es muy importante tener en cuenta las siguiese recomendaciones. 

1. Empiece lo más pronto posible

El entrenamiento para tomar decisiones debe comenzar cuando nazca el bebé. Debe continuar durante sus primeros meses y sus primeros años. A medida que crece el niño el proceso se va haciendo más complejo, las opciones son más numerosas, y se van formando hábitos y actitudes que pueden ayudar o dificultar el aprendizaje. Así que empiece su entrenamiento lo más pronto posible y sea consistente y perseverante.

2. Limite el número de opciones

Con los más pequeños debemos limitar las opciones a dos, asumiendo que si el niño no decide, los padres siempre decidirán por él. Haga preguntas tales como: «¿Cuál pantalón te quieres poner? ¿El negro o el azul?» «¿Te quieres poner el saco o prefieres llevarlo cargado?« «¿Vas a lavarte los dientes antes de ponerte la pijama o después?» El niño debe saber que si él no escoge, los padres decidirán por él.

3. Limite la importancia de las decisiones según la edad

La importancia de las decisiones que usted le permita tomar a sus hijos tiene que ser acorde con su edad. No puede decirle, por ejemplo: «¿Quieres hacer la tarea o ver televisión?» Hacer la tarea es muy importante y el poder de decisión del niño al respecto debe ser limitado. Más bien le puede preguntar: «¿Quieres quedarte sentado en la mesa sin hacer nada o prefieres hacer la tarea ya para que luego veas televisión?» El niño está muy pequeño todavía para decidir por sí mismo si hace la tarea o juega. Por otra parte, no se le ocurra decirle a su hija adolescente: «¿Linda, quieres ponerte la blusa rosada o la amarilla?» Puede ser la última vez que veas a tu hija por tu casa.

 

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