Mitos Navideños

Mitos Navideños

La narrativa bíblica relacionada con el nacimiento de Cristo se nos presenta como el comienzo del clímax de la historia, el principio del fin. Es la intervención divina definitiva y final tras una larga sucesión de acontecimientos que comienza con el trágico giro de rebeldía que condujo a la humanidad hacia la maldad y la muerte. Dios se hizo hombre para redimir con su gracia a sus criaturas irremediablemente perdidas en el egoísmo. El nacimiento de Jesús y los sucesos que siguieron en su vida se insertaron en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, no fueron meros sucesos históricos. Siendo parte de la historia y del espacio, son sucesos eternos y trascendentes. Jesús redime la historia pasada y futura. Su vida espacio-temporal se extiende hacia atrás y hacia adelante en la linea del tiempo y llena verticalmente todos los espacios arriba y abajo.

La historia del nacimiento de Jesús es corta y sencilla pero los pocos detalles puntualizan las verdades centrales.

«En esos días el emperador Augusto ordenó que se levantara un censo de todo el mundo habitado. Este primer censo se levantó cuando Cirenio era el gobernador de Siria. Por lo tanto, cada uno tenía que ir a inscribirse a su propio pueblo.

Entonces José también salió del pueblo de Nazaret de Galilea. Se fue a Judea, a Belén, al pueblo del rey David, porque era descendiente de él. Se registró con María, quien estaba comprometida con él. Ella estaba embarazada y 6 mientras estaban allí, llegó el momento de que diera a luz. Al nacer su hijo primogénito, lo envolvió en retazos de tela y lo acostó en el establo, porque no había ningún lugar para ellos en el cuarto de huéspedes» (Luchas 2:1-4).

La narración nos presenta las coordenadas del tiempo y del espacio. Lucas afirma de este modo que está narrando un acontecimiento plenamente histórico. No es algo que pasa, como en los cuentos de hadas, en un sitio indefinido o inaccesible y en algún momento impreciso que crea la imaginación de un escritor. No tenemos una indicación de la hora y la fecha exacta del nacimiento, porque obviamente ese dato no tuvo ninguna importancia en la narrativa de la iglesia primitiva. Lo importante es que había llegado a la tierra un Salvador que es escogido y ungido para ser Señor. Él es el Señor que pone fin a todos los señoríos injustos y corruptos que marcan la historia de falsedad y complicidad satánica que inició Adán en contra de las intenciones de Dios. Lucas remarca este hecho, mediante la narración del anuncio angelical a los pastores en los versos 8-15. Mateo, simplemente cita escuetamente la antigua profecía de Isaías:

«La virgen quedará embarazada y tendrá un hijo
 que será llamado Emanuel» (Mateo 1:23).

 Definitivamente, el nacimiento de Jesús marca el comienzo de una nueva era: el último acto en la narrativa de Dios. Cómo dijera el apóstol Pablo, «nos han alcanzado los últimos tiempos». El llamamiento a seguir a Cristo es una invitación a vivir la nueva historia en la cual, por medio de un hombre, Jesús, tenemos la posibilidad totalmente cierta de triunfar sobre todos nuestros enemigos, incluyendo la muerte.

Por estas épocas, en contraste con la narrativa bíblica, nos encontramos con frecuencia con los mitos navideños.

El cuento navideño que se repite año tras año en muchas partes del mundo no es denuncia de la corrupción de la historia de Adán, ni anuncio de su caducidad y fin certero. Al contrario es una narración que invita a repetir cíclicamente la misma historia. No contiene ninguna novedad. Tuvo su origen al mezclar la narrativa del evangelio con las fiestas de la estaciones que se repiten cada 365 días. El cuento valida los poderes e instituciones establecidas en los reinos del mundo. Llegó a ser parte de las celebraciones de la iglesia sólo cuando ésta se había aliado con el imperio, prestándole justificación religiosa. Por eso corresponde a los antiguos festejos invernales y los motivos navideños se adornan con monitos y copitos de nieve sin importar si el lugar de la tierra donde se festeja nunca cae nieve. En sus primeros años de existencia, bajo la pauta profética de los apóstoles la iglesia no festejó la navidad.

En contraste con la simpleza y precisión del relato del Nuevo Testamento, los cuentos de la navidad van acompañados de muchos mitos que sostienen con falsedades la historia de la rebeldía humana. Los siguientes son algunos ejemplos.

  1. Existe un personaje ricachón que vuela por los aires en un trineo halado por venados voladores llevando regalos a todos los niños que se han portado bien… entiéndase, los niños que mejor representan la avaricia del mundo, porque los pobres no reciben nada y aprenden desde bebés por medio del mito que son malos e inferiores a los demás y que por lo tanto merecen su pobreza. 
  2. El personaje ricachón, su mujer y un montón de duendes verdes viven en el polo norte y se dedican a fabricar juguetes para los niños buenos. ¿Será que viven en el polo norte, porque el mito quiere perpetuar la idea de que el hemisferio norte es el escogido y favorecido por Dios?
  3. La fantasía y la magia son el único refugio para contemplar la belleza y el poder bondadoso. Es saludable y beneficioso dirigir la mirada hacia lo mágico y fantástico en lugar enfocar nuestra atención en la realidad. El nacimiento de Cristo es una invitación a mirar y admitir nuestra verdadera realidad.
  4. La felicidad depende de la abundancia de las cosas que poseemos. Entre más regalos debajo del árbol mayor la felicidad.
  5. La unidad y la armonía familiar puede lograrse con fiestas y tradiciones repetitivas. Quizás el mito quiere convencernos de que tenemos que contentarnos con tener una cena familiar navideña con lindos motivos familiares, para dedicarnos luego por el resto del año a producir riquezas en honor a «mammón». 
  6. Todo lo que Dios espera de nosotros son momentos y frases piadosos. Lo que realmente cuenta es el poder y la riqueza, pero podemos dedicar ciertas fechas del año y ciertos momentos en nuestra vida para venerar a Dios, por si acaso después de muertos tenemos que vérnosla con Él.

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