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Roles que alivian el estrés en la familia

Cuando en nuestras familias atravesamos problemas difíciles y permanentes tales como adicciones, infidelidades, abuso y otras cosas parecidas, nuestros niveles de estrés suben extremadamente. Para lidiar con la situación y el estrés que genera, los miembros de la familia frecuentemente asumimos uno de los siguientes roles. 

El facilitador. Este es el miembro de la familia que constantemente interviene y protege a la víctima o causante del problema, más allá de lo que es racionalmente prudente. Lo que motiva al facilitador no es únicamente el deseo de ayudar al otro. Otros factores de motivación son: La vergüenza, el miedo al conflicto, el deseo de reducir la ansiedad que produce la situación del otro, o la necesidad (con frecuencia irracional) de tener algo de control sobre la situación. El facilitador puede intentar resolver los problemas que causa el otro, ofrecer excusas por él o ella o minimizar las consecuencias de la situación. El problema, sin embargo, continua agravándose sin que el miembro en cuestión asuma efectiva y verdaderamente la responsabilidad que le corresponde.

El héroe. Este es el mimbro de la familia que procura distraer la atención de los demás del miembro que está causando el problema en la familia. Lo hace destacándose exageradamente en alguna área. Logra aliviar el dolor y la desilusión que causa el problema en la familia, pero no contribuye realmente a la solución. Por otra parte la necesidad de destacarse que siente es irracional y puede volverse en contra suya.

El chivo Expiatorio. Este es el miembro de la familia que crea otros problemas para desviar la atención del primer problema. Puede portarse mal, volverse adicto a otras sustancias o procesos, desmejorar en su carrera o trabajo y cosas similares. Con frecuencia el chivo expiatorio logra atraer la atención de la familia sobre sí.

El niño perdido. Este es el miembro de la familia que pretende no darse por enterado del problema. Se mantiene al margen de todo. Procura aislarse en sus propias actividades personales y no participa mucho en asuntos de interés familiar. Obviamente no se involucra en la solución del problema, pero se mantiene personalmente libre del estrés.

La mascota. Es el miembro de la familia que procura distraer la atención de los demás del problema que los preocupa haciendo chistes o tomando las cosas muy a la ligera. La motivación es aliviar la tensión, mantener la paz y servir de distracción.

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¿Qué es una adicción?

Una adicción es cualquier conducta auto-destructiva asociada con una dependencia compulsiva, pensamientos obsesivos, y la satisfacción de una necesidad potencialmente irreprimible e irracional  que, por consiguiente, llega a convertirse en algo habitual, repetitivo, y difícil o imposible de controlar. Cualquier adicción afecta progresivamente nuestra salud física y mental y deteriora nuestras relaciones con otros y nuestro normal funcionamiento en la sociedad.  Una dependencia ocurre cuando se desarrolla tolerancia; es decir, cuando con el tiempo es necesario intensificar «la dosis» para producir el mismo efecto. La dependencia puede ser en una sustancia (alcohol u otra droga) o en un proceso (el juego, la actividad sexual, el juego, etc.).

LOS ELEMENTOS DE LA ADDICCIÓN

  1. Físico. Predisposición genética, bases orgánicas, deterioro de la salud física, v.g. trastornos digestivos, problemas hepáticos, deterioro del sistema nervioso.
  2. Sicológico. Causas y consecuencias de tipo sicológico.
  3. Familiar. Conflicto, codependencia y daño a la familia
  4. Espiritual. Deterioro de la relación con Dios y del desarrollo del espíritu
  5. Moral. Sistema de valores pobre, malas elecciones y mayor propensión a cometer otras faltas morales y a adquirir otros defectos de carácter. Desamor, robo, engaño, corrupción sexual, manipulación. excesos de ira, etc.
  6. Sociocultural. Sistemas socioculturales conducentes a las adicciones, cultura de la adicción. Sistemas sociales de apoyo a la adicción, conflictos laborales, económicos y legales. 

CAUSAS DE LAS DEPENDENCIAS

  1. Sustancia química de la droga. Algunas sustancias son más adictivas que otras, bien sea porque producen cambios de estado anímico más rápidos e intensos, o porque producen al dejar de usarlas síntomas de abstinencia más dolorosos.
  2. Factores genéticos. Algunas personas son más propensas a las dependencias porque la química de sus organismos es más sensible a las substancias o procesos que las estimulan. 
  3. La estructura y funcionamiento del cerebro. En uso continuo de sustancias durante un cierto tiempo determinado o la repetición de procesos adictivos altera la estructura y funcionamiento del cerebro a largo plazo. Las adicciones se establecen mediante cambios cerebrales que fortalecen ciertas conexiones de memoria en las respectivas áreas cerebrales.
  4. Aprendizaje social. Este se considera el factor más común y más fuerte. Incluye el aprendizaje de patrones de conducta adictivos aprendidos en la familia, la subcultura, la presión de grupo, o la influencia de los medios de comunicación y la propaganda.
  5. Disponibilidad. La facilidad conque los individuos pueden obtener sustancias como el tabaco, el alcohol y otras sustancias adictivas juega un papel muy importante.
  6. El desarrollo personal. Factores relacionados con la crianza, tales como la falta de responsabilidad, el escapismo, el egocentrismo, la impulsividad, y la manipulación suelen ser factores que facilitan y precipitan las adicciones. Del mismo modo, las dependencias producen o aumentan estos factores, reforzando así los comportamientos adictivos.

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Los problemas cuando tenemos un problema

Reconocemos abiertamente que tenemos problemas. Todo el mundo tiene problemas y nosotros no somos la excepción. Algunos problemas se resuelven fácilmente. Otros son difíciles. También hay problemas que no podemos resolver nosotros mismos. Frente a ellos tenemos que reconocer nuestra impotencia y buscar la ayuda de un Poder Superior y el acompañamiento solidario de otros. Todos tienen problemas que no pueden resolver por sí mismos. La Biblia insiste en que, de una manera u otro, todos hemos errado el blanco y no vivimos el proyecto de vida pleno, para el cual hemos sido diseñados por Dios (Romanos 3:23)  Además sabemos que hay problemas de largo plazo, que quizás nunca se resuelvan en nuestra vida, y que sólo tienen sentido en el marco de una esperanza más allá de nosotros y de nuestro propio tiempo.

Enfrentar adecuadamente los problemas que se nos presentan es crucial. Cuando no encaramos bien nuestros problemas el daño puede ser mucho mayor. Las consecuencias de un mal manejo de los problemas son con frecuencia más graves que las consecuencias del problema original. Si no abordamos correctamente nuestros problemas, podemos hacernos mucho daño emocional, espiritual y aún físicamente, dejándonos grandes vacíos existenciales. Además podemos hacerle mucho daño a otras personas como a nuestros hijos, nuestra pareja, a familiares, amigos y conocidos. El alcance y los efectos de nuestros problemas y del manejo que hacemos de ellos puede ser realmente incendiario y trascender incluso a otras generaciones. 

La solución de los problemas implica un proceso. El proceso, si lo manejamos bien, suele ser beneficioso y nos enriquece mucho. Sin embargo, cuando estamos sufriendo por un problema doloroso, la necesidad urgente de alivio puede llevarnos a buscar impulsiva e irreflexivamente soluciones rápidas. Para nosotros es mucho más importante calmar el dolor que resolver adecuadamente el problema y beneficiarnos a largo plazo del proceso. Con frecuencia queremos resultados rápidos. Por eso a menudo nos enfrentamos a nuestros problemas de manera equivocada. Los siguientes son algunos de los errores que comentemos.

  1. Evadimos el problema. Sencillamente no hacemos ni decimos nada. Esperamos que el problema desaparezca por sí solo. Nos hacemos los desentendidos y pretendemos que todo marcha bien. Con frecuencia esto sucede cuando pensamos que el problema no es tan grave y que la incomodidad que sentimos no es insoportable. Por otra parte, evitamos confrontar el problema porque queremos evitar el malestar que esto implica. De hecho, este puede ser en sí un defecto de carácter serio, cuando descubrimos que estamos acostumbrados a posponer decisiones y acciones que nos causan alguna incomodidad. Pero los problemas no se arreglan solos y generalmente crecen y se acumulan. Optar por evadir los problemas pequeños, regularmente resulta en un problema mucho mayor y más difícil de resolver.
  2. Alimentamos el deseo de venganza. Si el problema que tenemos involucra a otro u otros que nos han ofendido, cómo sucede frecuentemente, somos tentados a enfrascarnos en la ira, el resentimiento y el deseo de venganza. Pasamos largas horas pensando en como vengarnos y en el proceso nos amargamos. Puede que incluso hagamos cosas, grandes o pequeñas, para llevar a cabo la venganza. La venganza puede ir desde un chisme hasta un crimen. De todos modos estas acciones pueden traer consecuencias mucho más graves a largo plazo. Puede ser que con el paso del tiempo cosechemos frutos muy amargos.
  3. Nos damos por vencidos. Nos derrotamos. Nos dejamos llevar por la desilusión. Se nos quitan las ganas de seguir luchando. Decidimos que todo se ha terminado y no queremos ni siquiera pensar en una posible solución provechosa. Concluimos en nuestros pensamientos que todo está perdido y nos resignamos a sobrevivir en la mediocridad. Perdemos los sueños y la esperanza. Es obvio que estas actitudes nos hace mucho mal. No solamente pueden afectar las áreas afectadas directamente por el problema, sino que usualmente trascienden a otros aspectos de nuestra vida, menguando nuestra calidad de vida y nuestro potencial.
  4. Huimos del problema. Decidimos alejarnos emocional, mental o físicamente de él. Puede que nos mudemos de ciudad o que simplemente nos aislemos emocionalmente del problema. Puede que optemos por medicarnos para aliviar las penas. Los medicamentos de nuestra preferencia pueden ir desde fármacos comprados en la droguería hasta drogas como el alcohol u otras substancias adictivas. También podemos medicarnos mediante procesos adictivos como son el exceso de trabajo, la internet, el juego, las conquistas amorosas y muchas otras formas de distraer la mente y evitar el dolor.
  5. Asumimos una actitud de víctima. Nos sentimos incapaces de enfrentar nuestro problema y en vez de acudir a un Ser Superior, buscamos complacer a nuestro agresor o agresores para tratar de que no nos agradan más. Buscamos agradar a otros con el fin de ganarnos su aprobación. Adoptamos una actitud de sumisión servil y temerosa. Nos rendimos y soportamos en silencio los sufrimientos y agresiones. Para sobrellevar el sufrimiento nos escapamos de la realidad y nos llenamos de fantasías e ideas de grandiosidad o aprendemos a ser insensibles al dolor. 
  6. Nos encerramos en nosotros mismos. Rumiamos en silencio una y otra vez nuestras historias para seguir sintiendo el dolor, como si eso de alguna manera pudiera validar nuestra posición. Le damos vueltas y más vueltas a la película. Poco a poco nos vamos hundiendo en depresión. Nos dan ganas de quedarnos en la cama todo el día y nos va ganando la idea de que la vida no tiene propósito ni sentido. Podemos pensar en el suicidio. 
  7. Nos conmiseración con otros. Buscar afanosamente a otros que nos escuchen, nos consuelen, nos comprendan y confirmen que somos «las personas más desdichadas del mundo». Queremos oír que nos digan «¡pobre!», que nos den la razón, y que corroboren que la vida ha sido demasiado injusta con nosotros. Involucramos en este proceso a personas que no debemos involucrar como son: nuestros hijos, amigos cercanos, familiares, o extraños que no sabrán apoyarnos ni guardar nuestras confidencias. En realidad vamos buscando en cada relación otro paño de lágrimas que facilite el escapismo de nuestra conmiseración. 
  8. Nos sentimos inseguros e indecisos. Perdemos la dirección de nuestra vida y nos volvemos como niños vacilantes o como olas del mar llevadas por diversos vientos. Buscamos consejos de personas poco informadas, abrazamos las propuestas de una y otra religión, acudimos a brujos, espiritistas, videntes y gurús con la esperanza de saber qué hacer. Saltamos de un comportamiento a otro erráticamente siguiendo las recomendaciones que nos parecen más adecuadas a nuestros deseos y sentimientos. Hacemos esto sin pensar ni evaluar realmente la validez de las recomendaciones que recibimos.
  9. Nos escondemos. Tratamos de encubrir el problema. Nos empeñamos en guardar el secreto y mantener las apariencias. Creamos caretas, como Adán y Eva en el relato bíblico crearon vestuarios de hojas, para disimular el problema. Los secretos a la postre nos hacen daño. Resquebrajan las relaciones. Se transmiten de persona a persona o de generación a generación en una forma silenciosa, subconsciente, sin que podamos detectar o evaluar su influencia. Además, el encubrimiento crea grandes presiones que afectan significativamente nuestra estabilidad emocional e incluso nuestra salud física.
  10. Cómo lo hicieron Adán y Eva en el relato bíblico, le echamos la culpa a otro u otros. Estos pueden ser nuestros padres, nuestros cónyuges, nuestros hijos, la sociedad, el gobierno, o incluso el diablo. Pensamos que trasladando la culpabilidad a terceros mantenemos de alguna manera nuestro honor y respeto. En el proceso dejamos de abordar el problema real y éste crece. Además nos aislamos de otros y creamos barreras innecesarias con las personas a quienes les echamos la culpa.
  11. Negamos que tenemos un problema. Nos aferramos a la idea de hay mucha gente que vive como nosotros y que estamos en completo control de nuestra vida. La negación puede ir desde la indiferencia frente a la situación que atravesamos hasta el completo descaro, pasando por la soberbia.
  12. Racionalizamos. Buscamos explicaciones convenientes para aminorar la gravedad del problema. Nos comparamos con otros para sentir que nuestra situación no es tan grave. Encontramos excusas convenientes que alivian nuestros sentimientos de culpabilidad.
  13. Buscamos compensar nuestros errores haciendo buenas acciones. Nos envolvemos en proyectos y cosas que creemos pueden equilibrar nuestros sentimientos desagradables.
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Con frecuencia nos quedamos perplejos ante la maldad de la que somos capaces. ¡Cuanto daño podemos hacernos a nosotros mismos y cuánto podemos dañar también a otros! ¿De dónde procede tanto mal? 

Parafraseando la Biblia tenemos: «Les doy este consejo: dejen que el Espíritu guíe su vida y así no querrán complacer los deseos de su naturaleza física. A menudo la naturaleza física desea lo que está en contra del Espíritu y el Espíritu desea lo que está en contra de la naturaleza física.» ¿Se refiere este texto de la Biblia a nuestros instintos? ¿Estamos marcados por instintos malos arraigados en nuestra carne? Esto es complicado, porque nosotros somos nuestra naturaleza física. Además, de acuerdo a la fe cristiana, todo lo que Dios creó es bueno. Y si esto es así, entonces ¿porqué decimos que ciertos deseos son malos? ¿Porqué se oponen el Espíritu y la naturaleza física? Veamos si la siguiente historia del Midrash judío nos puede ayudar a aclarar este dilema.

«Había una vez dos hombres que navegaban juntos en una canoa. Uno de ellos casualmente sacó un taladro y empezó a abrir un hoyo abajo de su asiento. El otro hombre alarmado le dijo: «¿Qué estás haciendo? ¿No te das cuenta de que vas a hundir la canoa?” El primer hombre simplemente respondió: “Bueno, no estoy abriendo el hoyo en tu lado de la canoa. ¿Cuál es tu problema?”»

¿Con qué instinto actuó este hombre? La verdad es que desde hace muchos años los estudiosos del comportamiento humano han insistido en que los instintos tienen muy poco que ver con lo que hacemos. Los humanos no actuamos guiados por patrones de conducta innatos, mas bien lo que hacemos es el resultado de una compleja combinación de factores en los que entran en juego nuestros deseos, gustos, percepciones, convicciones, valores, sentimientos y lo que hemos aprendido durante toda la vida y en nuestra cultura. Además, no podemos descartar cualesquiera que sean las tendencias que hayamos heredado de nuestros antepasados. 

Nuestro cerebro cuenta con estructuras especializadas que se ocupan de diversas funciones. Los neurocientíficos nos hablan de una parte del cerebro llamado «sistema límbico». Más informalmente se le conoce también como cerebro visceral. Ahí están las conexiones cerebrales que procesan los sentimientos y los deseos básicos. También en nuestro cerebro tenemos los lóbulos frontales. En ellos están las estructuras que nos permiten pensar, evaluar, y razonar. Otras áreas específicas de nuestros cerebro, por su parte, tienen que ver con los procesos necesarios cuando usamos el idioma. Y así sucesivamente distintas areas de nuestro cerebro se ocupan de diversas funciones. Por otra parte, con la participación intrincada de diversas estructuras nuestro cerebro va formando un enorme número de conexiones neuronales que se activan frente a los distintos estímulos que encontramos en la vida, formando patrones mentales que dirigen nuestro comportamiento.

¿Dónde pues radica la maldad? Las estructuras de nuestro cerebro, por supuesto, no son malas. Al contrario fueron creadas para potenciar nuestra vida. El problema está cuando en nuestros procesos mentales nos centramos tanto en algunos deseos y emociones, particularmente aquellas que proceden de nuestro cerebro visceral, que hasta pasamos por alto el hecho de que nos hacemos daño a nosotros mismos y los que nos rodean, como le pasó al amigo de la canoa. 

Por eso, la solución de la Biblia es: «Dejen que el Espíritu guíe su vida.» Por eso el tercer paso dice: «Decidimos entregar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios como alcanzamos a percibirlo.» Recuerde que éste es el paso donde decidimos buscar soluciones por medios espirituales. Aquí empezamos a enfocarnos en la voluntad del Espíritu. Luego, el paso 11 dice: «Mediante oración y meditación personal y familiar mejoramos nuestra relación con Dios y liberamos nuestra mente para conocer su voluntad y tener poder para cumplirla.» Este es el paso mediante el cual practicamos y arraigamos nuestro sentido de ser guiados y sustentados por Dios y potenciamos así la serenidad, la fe y la espiritualidad.

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¿QUÉ ES LA IRA?

En nuestro diario trabajo con nuestra familias con frecuencia encontramos que los episodios de ira son muy comunes. En algunos casos nuestra ira se vuelve muy destructiva y nos daña personalmente y afecta a las personas que más queremos. En este artículo queremos entender qué es en realidad la ira.

La siguiente lista nos ayuda a comprender las distintas facetas de la ira.

  • La ira es una emoción fuerte. Al decir que es una emoción estamos diciendo que es más que un sentimiento. No solamente la sentimos, sino que también altera el estado de nuestro cuerpo y está estrechamente relacionada con nuestros pensamientos.
  • La ira es generalmente una emoción negativa por que nos produce malestar y comúnmente causa daños. 
  • El desarrollo de la ira está marcado por: La Provocación, La Agitación, Los Pensamientos, Las Motivaciones, Las Acciones y Los Resultados.
  • Los factores que provocan la ira son variados y pueden estar relacionados con ciertas relaciones, por ejemplo: La relación de pareja, los hijos, el trabajo. Los disparadores de la ira pueden ser:
  1. Falta de respeto.
  2. Tratamiento injusto.
  3. Frustraciones.
  4. Características molestas de los demás.
  5. Irritaciones tales como que los errores de otros nos estorben o nos añadan cargas.
  6. Nuestra percepción de que necesitamos controlar a otros o distanciarnos de ellos.
  • Los cambios físicos relacionados con la ira incluyen cosas como: 
  1. Aceleración del ritmo cardiaco. 
  2. Incremento en la presión sanguínea.
  3. Cambios en los procesos neuroendocrinos que incluyen el aumento de los niveles de adrenalina y noradrenalina y la activación del sistema nervioso autónomo.
  4. Músculos tensos.
  5. Sudor.
  6. Expresiones faciales tales como fruncir el ceño, apretar los dientes, etc.
  • La ira nos motiva a tomar acción contra otras personas para advertirlas, intimidarlas, controlarlas, atacarlas o lograr que nos retribuyan por ofensas reales o imaginarias. El alcance de nuestras acciones varía.
  1. Pueden ser únicamente pensamientos agresivos.
  2. Puede incluir palabras ofensivas, degradantes y gritos y amenazas.
  3. Puede incluir daño de objetos, como romperle el teléfono a un hijo.
  4. Puede incluir agresiones leves contra el otro, como estrujar o empujar al muchacho.
  5. Puede incluir agresiones fuertes, como golpear fuertemente al otro.
  • La ira, por lo general, incluye comportamientos y reacciones aprendidas. Nuestros modelos sueles ser nuestros padres, amigos, personajes de televisión, y otros.
  • Los pensamientos relacionados con la ira incluyen:
  1. Evaluaciones sobre la importancia de la ofensa («Es horrible…»).
  2. Evaluaciones sobre nuestra capacidad de lidiar con la ofensa («No lo puedo soportar»).
  3. Evaluación personal sobre la ira («Yo me enojo con mucha facilidad… No puedo cambiar»).
  4. Evaluación sobre la vida («La vida ha sido injusta…»).
  5. Enjuiciamientos morales («Está muy mal que…»).
  6. Enjuiciamientos sobre la capacidad de la otra persona («Ha debido saber que era riesgoso… Es un bruto»).
  7. Sospechas («Está buscando la ocasión para hacerme daño…»).
  8. Pensamientos antagónicos («O me apoya o está en contra mía»).
  9. Generalizaciones («Puesto que no me llama, quiere decir que no se interesa por mí»).
  10. Culpabilizar («Es la culpa de ella»).
  11. Fantasías de venganza («Le voy a enseñar una lección…»).
  • Los comportamientos relacionados con la expresión de la ira pueden girar hacia el interior o el exterior e incluyen:
  1. Gritar o levantar la voz.
  2. Argumentar.
  3. Usar groserías o insultar.
  4. Apuntar con el dedo.
  5. Mirar con rabia.
  6. Cruzar los brazos.
  7. Burlarse con irritación.
  8. Agredir físicamente al otro. Los grados de agresión son diversos  pueden ir desde un leve empujón hasta el homicidio.
  9. Encerrarse en sí mismo, apartarse.
  10. «Tragarse la rabia»
  11. Fantasías de discusiones y de venganza.
  • Los resultados de nuestros episodios de ira son generalmente negativos, pero a la vez pueden dejarnos alguna satisfacción temporal. Estas satisfacciones temporales hacen que sea más difícil lidiar con la ira.
  • Algunas satisfacciones temporales son:
  1. La obediencia inmediata de los niños.
  2. La obediencia de los subalternos.
  3. La satisfacción de sentir poder y control.
  4. La satisfacción de haber ofendido a quien nos ofendió («Le dije sus verdades…»).
  • Algunos resultados negativos son:
    1. Problemas legales.
    2. Efectos emocionales negativos en los niños.
    3. Rompimiento de los lazos familiares.
    4. Rechazo de otros.
    5. Falta de rendimiento ocupacional y mala adaptación
    6. Malas decisiones.
    7. Mayor riesgo de hipertensión, apoplejía, enfermedades cardíacas.
  • Experimentamos la ira en distintos grados que van desde una simple irritación hasta un ataque incontenible de furia.
  • Experimentamos la ira durante distintos periodos y con distinta frecuencia. La ira puede durar desde la irritación momentánea hasta el resentimiento prolongado durante muchos años.
  • Los episodios de ira pueden estar relacionados con actitudes hostiles hacia ciertos grupos de personas («No se puede confiar en los adolescentes…», «Los latinos son perezosos», «Las mujeres son ofrecidas…»).
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ETAPAS, PASOS, DIFICULTADES Y RETOS

ETAPA 1
De los hábitos disfuncionales a considerar el cambio
PASOS

Paso 1 - Admitimos que nos volvimos impotentes ante nuestros problemas y que ya no podíamos administrar bien nuestra vida personal y familiar, ni participar de los beneficios de nuestras relaciones.

Paso 2 - Creímos que un poder externo y superior a nosotros mismos podía restaurar nuestra la salud mental y nuestra capacidad de mantener relaciones cercanas saludables.

Paso 3 - Decidimos entregar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios como alcanzamos a percibirlo.
DIFICULTADES RETOS
Racionalización y excusas

Rebeldía  y culpa vs. autonomía

Resistencia e inercia

Resignación

Distracción, compulsión, adicción, medicación
Evaluación realista

Responsabilidad y decisión personal

Confianza

Esperanza y visión

Nuevas actividades y apoyo social
ETAPA 2
De la consideración de cambio a la preparación
PASOS

Paso 4 - Hicimos un inventario interno, profundo y valiente de nuestra vida y de nuestras relaciones con quienes nos rodean empezando con las personas más cercanas.

Paso 5 - Admitimos ante Dios, nosotros mismos y otras personas la naturaleza exacta de nuestras faltas.

Paso 6 - Decidimos dejar que Dios nos apartara por completo de todos nuestros defectos de carácter, nuestros malos hábitos de comunicación y nuestras faltas de amor.
DIFICULTADES RETOS
Baja tolerancia a la frustración

Presiones familiares

Presiones sociales

Presiones legales

Procrastinación y duda
Aprender a posponer la gratificación

Enfocarse en las metas personales

Enfocarse en la decisión personal

Reconocer qué estamos evadiendo
ETAPA 3
De la preparación a la acción
PASOS

Paso 7 - Humildemente le suplicamos a Dios que nos apartara de nuestras imperfecciones.

Paso 8 - Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos ofendido y decidimos enmendar nuestros errores.

Paso 9 - A todos los que pudimos les pedimos perdón por nuestras ofensas y reparamos los daños, teniendo cuidado de no causarle perjuicios materiales, morales o físicos a nadie.
DIFICULTADES RETOS
Dependencia de otros

Conformidad con el ambiente

Pasividad

Sistema disfuncional de recompensas

Ansiedad y duda
Libertad personal

Analizar el ambiente

Tomar iniciativas con planes de acción

Descubrir nuevas recompensas

Realizar pequeños cambios concretos
ETAPA 4
De la acción al mantenimiento
PASOS

Paso 10 - Continuamos haciendo semanalmente un inventario personal de nuestra vida y nuestras relaciones y cuando fallamos lo admitimos pronto.

Paso 11 - Mediante oración y meditación personal y familiar mejoramos nuestra relación con Dios y liberamos nuestra mente para conocer su voluntad y tener poder para cumplirla.

Paso 12 - Habiendo despertado espiritualmente llevamos este mensaje a otros y practicamos estos principios en toda ocasión, empezando por nuestras relaciones más cercanas.
DIFICULTADES RETOS
Sentido de seguridad prematuro

Inconsistencia

Soluciones a medias

Caídas y desánimo

Nuevos problemas
Implementar el plan de acción

Mantener el compromiso

Hacer evaluaciones periódicas

Fortalecer la habilidad de vencer

Repasar los pasos
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FAMILIAS FUNCIONALES Y FAMILIAS DISFUNCIONALES

FAMILIAS DISFUNCIONALES FAMILIAS FUNCIONALES
No somos felices, pero vivimos juntos porque nos sentimos inseguros o culpables si pensamos en la separación. Vivimos con temor ante lo que el otro u otros puedan pensar o cómo puedan reaccionar. No nos sentiríamos mal si estuviéramos separados. Podemos vivir solos confortablemente. Pero estar unidos nos trae mayor satisfacción y mejores resultados. Estamos juntos porque queremos hacerlo.
Nos sentimos más seguros y confortables cuando estamos en compañía de otras personas que cuando estamos solos ante la posibilidad de ser íntimamente transparentes  con el otro. Nos sentimos seguros y confortables siendo transparentes ante el otro porque estamos aprendiendo a ser honestos y abiertos el uno para con el otro.
Nos da miedo pensar que si realmente le decimos al otro lo que hemos hecho, o lo que sentimos, pensamos, o somos, el otro nos rechazaría, nos abandonaría, se burlaría de nosotros. Cuando compartimos con el otro lo que hemos hecho y lo que somos, generalmente nos sentimos aceptados y nuestro nivel de intimidad aumenta.
Es más fácil esconder, distraer o medicar nuestros sentimientos con diversos comportamientos compulsivos o adictivos que expresarlos abiertamente. Estamos aprendiendo a expresar adecuadamente nuestros sentimientos y no sentimos la necesidad de ocultarlos o medicarnos.
Sentimos que estamos enredados el uno con el otro y que dependemos el uno del otro para vivir y ser felices. Pensamos y sentimos que esto es el amor. Sentimos que nuestra interdependencia es saludable, basada en la voluntad mutua de compartir nuestras habilidades y fortalezas para el bien común. Disfrutamos nuestro amor de esa manera.
No nos sentimos cómodos diciéndole al otro lo que necesitamos y queremos como personas o como parejas. Estamos aprendiendo a hablar de nuestras necesidades personales y de pareja.
Nuestra intimidad se limita a la sexualidad. El amor sexual le añade realización a nuestra relación, pero experimentamos muchas otras formas de intimidad.
Evitamos trabajar en nuestros problemas o nos sentimos personalmente culpables por los problemas de pareja. Estamos aprendiendo a aceptar y enfrentar nuestra responsabilidad personal, pero no nos sentimos individualmente responsables por todos los problemas que tenemos en pareja. Aceptamos que es normal que las parejas tengan problemas que no se solucionan inmediatamente.
Pensamos que tenemos que estar acuerdo en todo. Estamos aprendiendo que no es necesario estar de acuerdo en todo para ser felices.
Pensamos que tenemos que tener los mismos gustos y los mismos intereses. Tendemos a querer hacer al otro conforma a nosotros. Estamos aprendiendo que podemos tener gustos e intereses distintos y aún así disfrutar la compañía del otro.
Pensamos que para ser una buena familia tenemos que contar con la aprobación social. Estamos aprendiendo que para ser una buena familia tenemos que ser derechos con nosotros mismos, con nuestra familia y con nuestros valores.
Se nos ha olvidado jugar juntos. Estamos descubriendo el esparcimiento y la alegría del juego.
Nos resulta más fácil enojarnos por cosas, con frecuencia insignificantes, que expresar nuestros sentimientos sobre las cosas que realmente son importantes para nosotros y nuestra familia. Estamos aprendiendo a expresar nuestros sentimientos honestamente tanto respecto de las cosas más importantes como de las más triviales.
Nos resulta más fácil culpar al otro que aceptar nuestra responsabilidad propia. Estamos aprendiendo a enfocarnos en nuestra responsabilidad individual y no en el otro.
Nuestra manera de enfrentar los problemas es perder totalmente el control o quedarnos completamente en silencio. Esto ocurre con frecuencia. Estamos aprendiendo a enfrentar nuestros conflictos adecuadamente y a «pelear» con equidad y dominio propio.
Sentimos que no somos padres o cónyuges adecuados. Reconocemos nuestras limitaciones como padres y cónyuges. Estamos aprendiendo a lidiar con el perfeccionismo.
Sentimos vergüenza de nosotros mismos o del otro. Nos enfocamos en corregir nuestros errores y defectos y ser mejores cada día.
Repetimos patrones de conducta disfuncional de nuestras familias de origen. Estamos aprendiendo a identificar los patrones de conducta disfuncionales de nuestras familias de origen y a romper con ellos efectivamente en nuestras familias.
Sentimos que vivimos en un ciclo de conflictos de control, bien sea porque nos sentimos controlados o dominados, o porque sentimos la necesidad de controlar al otro. Estamos aprendiendo a renunciar al control, a ser asertivos y a resolver convenientemente los conflictos de control o poder.
Hay abuso físico, verbal, emocional o sexual en la familia. Identificamos, reconocemos y buscamos ayuda para quebrar los patrones de abuso.
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EL PROGRAMA Y LA FAMILIA

Nuestra familia es una parte muy importante de nuestro desarrollo y recuperación. Si estamos casados tenemos que reconocer que nuestra relación con nuestra pareja es el eje de la familia y que debemos asumir nuestro desarrollo a partir de ahí. Con frecuencia, el proceso empieza con el trabajo de uno de los cónyuges. El otro puede mostrarse renuente al principio, pero muchas veces se va interesando poco a poco.

Si nuestra pareja se muestra renuente o indiferente, abordamos nuestro trabajo de la siguiente manera:

  • Reconocemos nuestros sentimientos de impotencia, ira, desilusión, odio, desconfianza, etc. Podemos escribirlos y entregárselos a Dios en algún acto simbólico que nos ayude a aumentar la fe.
  • Le pedimos a Dios humildemente que le de a nuestra pareja la oportunidad de recuperarse. Pedimos por la necesidades y sentimientos de esa persona, por sanidad de todas las experiencias negativas que tuvo que pasar en las diferentes etapas de su desarrollo. Pedimos también por su familia de origen.
  • Buscamos comunicarnos con transparencia, comprensión y respeto.
  • Proponemos alternativas de trabajo sin presionar ni manipular al otro.
  • Trabajamos en nuestro proyecto de vida personal y lo compartimos con el otro.
  • Mantenemos la esperanza y la visión de fe y los compartimos con el otro.

Nos comprometemos a no culpar al otro por el mal funcionamiento de nuestras relaciones. Entendemos que sólo podemos responsabilizarnos por la parte que nos corresponde. Sabemos que traemos de nuestro pasado ideas y experiencias que influyen nuestro comportamiento y nos estorban. Por consiguiente nos hacemos responsables de identificar esos comportamientos y de cambiarlos por nuevas formas de pensar y de actuar que contribuyan al enriquecimiento de nuestra relación. Reconocemos que con frecuencia esperamos que el otro resuelva conflictos heredados de nuestro pasado o satisfaga necesidades que no satisfacimos en nuestras familias de origen, y que nos resentimos cuando no lo hace. Por eso individualmente trabajamos para lidiar con esos sentimientos que nos pertenecen únicamente a nosotros. 

Aceptamos que como familia o pareja tenemos conflictos que pueden llegar a ser serios en torno diversos asuntos tales como:

  • Manejo del dinero
  • Sexualidad
  • Crianza de los hijos
  • Conflictos de poder relacionados con nuestros roles y las normas, espacios y límites en la familia
  • Resentimiento
  • Temores
  • Control y celos
  • Familiares políticos
  • Comunicación
  • Gustos e intereses

Si en nuestra familia ha ocurrido una infidelidad debemos partir de una actitud de arrepentimiento. La persona que cometió la infidelidad debe arrepentirse. Las actitudes de negación, soberbia o descaro no conducen a una solución. Arrepentirse significa que se la relación infiel se va a dar por terminada, inmediata y efectivamente. Con frecuencia las parejas tienen que fijar límites claros para protegerse el uno al otro. Seguramente la persona que sufrió la infidelidad, también puede encontrar en sus actitudes y comportamientos cosas de las cuales arrepentirse. Es absolutamente indispensable reconocer que la infidelidad crea un situación muy difícil, destruye la confianza y replantea totalmente la dirección de nuestra relación.

El arrepentimiento es una oportunidad maravillosa para arreglar una familia desecha. Si hay arrepentimiento es importante dar gracias a Dios y empezar a trabajar los pasos a partir de ahí.

Como parte del primer paso, reconocemos nuestra impotencia respecto de nuestras relaciones; los hábitos, actitudes, comportamientos o adicciones personales que nos controlan y nuestra capacidad de alcanzar nuestra felicidad y realización plena por nosotros mismos. Mediante oración, como resultado del segundo y tercer paso, le entregamos a Dios nuestra vida y nuestra familia para que Él la forme según lo considere mejor. Le pedimos que nos quite el egoísmo y que nos ayude a afrontar los patrones disfuncionales que marcan nuestras muestras de cariño, nuestra comunicación y la experiencia de nuestra intimidad. Le decimos que queremos que nuestras victorias sean un testimonio de Su gloria, poder y amor para que también otros puedan encontrar este camino.

Abordamos el trabajo de los 12 pasos como un ejercicio de fe y no como una técnica que nos ayude a tener control del otro. Reconocemos que el deseo y los intentos de controlar al otro generan relaciones enfermizas. Por consiguiente, si el otro está dispuesto a trabajar los pasos con nosotros, llegamos a un acuerdo respecto a cuánto tiempo le dedicaremos a este trabajo en cada oportunidad. Entendemos que dedicar tiempo regularmente a trabajar estos pasos es indispensable, pero le daremos la preferencia al que sugiera dedicar menor cantidad de tiempo. Nos disponemos desde el principio a respetar el ritmo del otro. Si por alguna razón, no podemos o se nos olvida hacer el trabajo en el día y la hora convenidos, simplemente reanudamos tan pronto como podamos, sin discutir o culpar al otro. Puede ser que al reunirnos a trabajar con los pasos, nos veamos tentados a tratar de resolver algún asunto específico antes de terminar nuestro trabajo. Esto regularmente no sale bien. A menudo tenemos que aprender a trabajar adecuadamente con los pasos antes de poder tratar problemas específicos y formular nuestro proyecto de familia.

El programa de los 12 pasos se fundamenta en la honestidad. Hay que trabajar estos pasos con un compromiso total de transparencia. Al trabajarlos con el otro, nuestra intimidad sana y aumenta. Sin embargo, antes de lograr el grado de apertura e intimidad que promueve una relación verdaderamente sana la honestidad puede herir susceptibilidades y abrir situaciones emocionalmente fuertes. Por eso recomendamos proceder con cautela. Que no se nos olvide que habrá altibajos. No es necesario abrirse demasiado rápido ni esperar que el otro lo haga. Pero, con todo, a pesar que procedamos con tacto y consideración, la situación puede empeorar antes de mejorar. Por lo tanto, es recomendable que al iniciar hagamos un compromiso mutuo de no parar sin haber dedicado por lo menos seis meses de trabajo sincero, honesto y completo. Si los dos están de acuerdo pueden concertar un acuerdo como el siguiente:
Ejemplo de un convenio para trabajar los pasos con el otro.

ACUERDO

Yo, _________________________________, me comprometo a trabajar los pasos uno, dos y tres el día _______________ a las ______________ por espacio de ____________________ (minutos, horas) durante los próximos _________________ meses. 

Empezaremos cada sesión con una oración de nosotros a Dios. Tendremos presente en nuestra mesa una lista de pautas para una buena reunión y le daremos lectura. Además seguiremos los siguientes lineamientos:

  • No interrumpiremos al otro.
  • Evitamos cualquier palabra ofensiva y mantenemos un tono de voz conversaciones y conciliador. 
  • Mantendremos nuestro enfoque en nosotros mismos, no en el otro. Evaluaremos nuestro progreso personal, no el del otro. No nos fijaremos en las caídas del otro, sino en las posibilidades de restauración personal.
  • Nos comprometemos a quedarnos en la reunión por el tiempo convenido y no salirnos intempestivamente. Si pensamos que el tono de la unión se está volviendo innecesariamente ofensivo, cualquiera de nosotros puede decir: «Con gusto continuaré hablando contigo, tan pronto como podamos dialogar constructivamente». 
  • Mantendremos la reunión únicamente por el tiempo convenido.
  • Si, por razón de fuerza mayor, alguno de nosotros tiene que ausentarse de la reunión, sin haberla terminado, nos comprometemos a poner inmediatamente un fecha para continuarla.
  • Empezamos y terminaremos cada reunión con una oración de nosotros a Dios, siguiendo los lineamientos expuestos arriba. Cultivaremos también el hábito de la oración individual. Mantenemos la confianza en Dios entregándole a él cada día y cada sesión en la que participemos. Tenemos siempre presente que el programa se basa en los pasos uno al tres que podemos resumir así: Yo no puedo. Dios si puede. Le entrego a él mi vida.
  • Si después de dos reuniones sentimos que no estamos pudiendo progresar, pediremos la ayuda de otra persona con más tiempo trabajando el programa.
  • Estamos de acuerdo que si al finalizar el tiempo estipulado en este contrato no hemos terminado nuestro trabajo con los pasos uno, dos y tres, lo extenderemos convenientemente para poder finalizar bien el trabajo.
  • Iremos elaborando poco a poco un proyecto para nuestra vida familiar y de pareja.
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VALÓRESE

EL CUADRO CUESTA DE $250 A 300 MILLONES DE DÓLARES 

 "Los jugadores de cartas" es una serie de cinco pinturas por el gran pintor francés Paul Cézanne creadas a principios de la década de los años 1890. Una versión de la obra fue vendida en el 2011 a una familia real de Qatar por un monto avaluado entre $250 y $300 millones de dólares. Si usted tuviera en sus manos una de estas obras, ¿cómo la trataría? ¿Qué importancia le daría?

Muchos de nosotros, cuando llegamos al grupo, venimos derrotados y pensamos que nuestra vida no vale nada. Sin embargo, pronto nos damos cuenta de que tenemos que replantearnos el tema de la valoración. En la Biblia leemos que fuimos creados directamente por Dios y que, por consiguiente, tenemos un potencial enorme. En nuestro porvenir hay un mundo de posibilidades maravillosas. Si destruimos nuestra vida o la perdemos, aniquilamos también todas sus fantásticas posibilidades. Somos capaces de procrear, pero más que eso, podemos pasar a otros, sean hijos nuestros o no, nuestro legado espiritual y el de nuestra familia. De nosotros, muchos más pueden salir y alcanzar grandes logros. Somos como semilla que cuando muere produce una gran cosecha. Vale la pena salvar nuestra vida y nuestra familia. Nuestros sentimientos, nuestro amor y nuestra energía espiritual son más profundos y poderosos que nuestro cuerpo físico y que todas las cosas materiales que nos rodean. Nuestra influencia va mucho más allá que nuestra capacidad de engendrar. No insistamos en devaluarnos a nosotros mismos. Pongamos nuestra preciosa vida en las manos de Dios y pidámosle que abra nuestros ojos para ver todas las formas en que podemos ser instrumentos de su bondad, tocar la vida de otros e influir todos los días positivamente sobre el mundo que nos rodea.

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¿QUÉ ES SER PAREJA?

Ser pareja es aprender a ser uno, a disfrutar en la diversidad de la paz y la armonía y a superar la tendencia al distanciamiento y la indiferencia que conducen a la soledad. Ser pareja es potenciar mutuamente la personalidad del otro, forjando juntos una misma meta y abriendo juntos un mismo camino para lograrla. Según la Biblia, el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer para, los dos, convertirse en uno solo. (1)  Para hacer esto posible, nos comprometemos como pareja a expresarnos nuestro amor verbal, física, sexual, emocional y espiritualmente, de una manera exclusiva y total. Procuramos cada día vitalizar nuestra relación y nuestro compromiso mediante actos espontáneos de amor, cuidando del otro así como cuidamos de nuestro propio cuerpo. (2)

Reconocemos que el amor en su forma más pura es una determinación libre de nuestra voluntad. Renunciamos por completo a la idea de manipular o controlar a nuestra pareja. Buscamos amar como Dios nos ama (3) sin suponer que el amor de nuestra pareja define quienes somos o cuanto valemos. Escogemos amar con libertad plena, tomando consciencia de que ni nuestra felicidad ni nuestra vida dependen de nuestra pareja. Así evitamos conscientemente crear relaciones enredadas con nuestra pareja o volvernos totalmente dependientes de ella. De igual manera nos mantenemos libres de los enredos en los que pueda pretender meternos involuntaria o voluntariamente nuestra pareja e insistimos en no fomentar su dependencia total de nosotros. Sabemos que a veces tal dependencia y enredo se confunde con el amor.

Fomentamos el amor expresado como "philos", es decir, afecto y romance. También potenciamos el amor como "eros", o sea como deseo y satisfacción sexual. Pero también hacemos que crezca el amor como "ágape", es decir como decisión y compromiso libre. Evitamos toda forma de narcisismo, reconociendo que el amor genuino es ante todo amor al otro. Así es como Dios nos ama: con nuestras diferencias, e incluso con nuestros errores y defectos. Por eso, asumimos que nuestra relación de pareja es una oportunidad de curar, por medio del amor, los males que nos causa el egoísmo. Valoramos nuestras diferencias, sabiendo que son las que enriquecen nuestra vida y amplían nuestros horizontes.

Procuramos estar atentos a las necesidades de nuestra pareja y tratamos de satisfacerlas, buscando formas de agradarle continuamente. Pero no creemos que satisfacer a nuestro cónyuge es la razón final de nuestra vida, ni que somos la fuente final de su felicidad y satisfacción. Reconocemos que con frecuencia las diversas ocupaciones y distracciones de la vida hacen que nos desentendamos de nuestra relación y, por eso, nos comprometemos a enfocar cada día nuestra atención en nutrirla convenientemente. 

Estamos convencidos de que, aunque somos uno por el amor que nos une, cada uno de nosotros es una persona distinta y no nos sentimos obligados a estar de acuerdo en todas las cosas, tener los mismos gustos, o compartir los mismos intereses. Por consiguiente, procuramos cada día respetar y apreciar nuestras características individuales y definimos nuestra unidad con base en el amor, (4) buscando maneras de complementarnos el uno al otro, sin juzgarnos ni entrar en competencia o juegos de control. Muy conscientes de que la seguridad es absolutamente indispensable para que crezca nuestra relación, nos esforzamos para fomentar un ambiente totalmente seguro para el otro. Entendemos que si dejamos que cada uno tenga que hacerse cargo de su propia seguridad en la relación, se desatarán fuertes vientos de distanciamiento entre nosotros.

Entendemos que para fomentar nuestra unidad tenemos que comunicarnos bien, aunque con frecuencia nos vemos tentados a pelear más que a comunicarnos. Por eso nos esforzamos por expresar verbalmente, sin ira ni agresión, nuestras necesidades, inquietudes y sentimientos. (5) Aceptamos y expresamos nuestros sentimientos clara y respetuosamente. Igualmente aceptamos y reconocemos nuestros errores. De la misma manera expresamos nuestras necesidades físicas, emocionales y espirituales. Con prontitud buscamos en cada problema nuestra responsabilidad propia, en vez de culpar al otro. Sabemos que al identificar nuestra responsabilidad, potenciamos nuestra capacidad de resolver los problemas, mientras que buscando culpas en otros creamos caos e impotencia. Por eso nos esforzamos en cada ocasión para distinguir entre lo que son nuestros problemas propios y los que le corresponden a nuestra pareja. Apoyamos y acompañamos a nuestra pareja en la solución de sus problemas, facilitando el proceso lo más que podemos; pero no nos responsabilizamos por resolvérselos.

En vista de todo lo anterior, reconocemos que alcanzar el nivel de unidad que se nos brinda, como una posibilidad enormemente valiosa en nuestra relación, es una tarea colosal. Somos dos personas distintas, con pesadas cargas y tendencias heredadas de nuestras familias de origen y con múltiples defectos de carácter propios. Por consiguiente, admitimos nuestra impotencia para lograr y mantener esa unidad mutuamente enriquecedora, pero aprendemos a confiar en nuestro Poder Superior y a entregar nuestra pareja al cuidado de él. ¡Solo Dios puede darnos unidad!

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(1)  Génesis 2:24
(2) Efesios 5:28-29
(3) Efesios 5:25
(4) Lea Colosenses 3:12-15
(5) Lea Efesios 4:28-32

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PAUTAS PARA UNA BUENA REUNIÓN

La confidencialidad y el respeto son esenciales para que nuestras reuniones sean sanas y constructivas. Muchos tenemos dificultad a la hora de establecer nuestros límites, ser asertivos y mantener nuestros espacios. Somos sensibles a los mensajes con doble sentido y la impresión que otros nos dan. Estas reuniones no son para dar consejos. Más bien el propósito es crear un ambiente seguro en el que podamos compartir nuestros dolores, luchas y alegrías. Para que esto sea posible es importante tener en cuenta lo siguiente:

  1. Tenemos que respetar nuestra confidencialidad a toda costa. Las personas que usted ve aquí, las cosas que oye y las cosas que ve, aquí se quedan. Nadie, fuera de esta reunión, tiene que saber quien vino o qué se dijo.
  2. Debemos hablar por turno y darle la oportunidad a otros que no han participado.
  3. Debemos evitar discusiones entre dos personas. Cada vez que hablemos debemos dirigirnos a todo el grupo.
  4. Hay que darle prioridad a los que asisten por primera vez.
  5. Debemos poner nuestros celulares en modo de silencio.
  6. Nadie debe sentirse obligado a compartir nada que no desee o seguir ninguna recomendación en contra de su voluntad.
  7. No se debe aprovechar la ocasión del grupo para hacer negocios, pedir dinero prestado o para hablar de cuestiones íntimas con personas distintas al cónyuge. 
  8. Se vale expresar sentimientos propios.
  9. Se vale cometer errores.
  10. Está bien discrepar o no estar de acuerdo respetuosamente.
  11. No se permiten insultos, difamaciones, ni palabras provocativas.
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EL SECRETO ES PROGRESAR

Algunos de nosotros pensamos: «Este programa es ridículo. Hemos perdido todo, nos han traicionado, no sabemos lo que es el amor, nuestras familias están destruidas, no tenemos comunicación y nada de lo que hemos intentado ha funcionado ¿y ahora nos piden que confiemos cien por ciento en un programa de doce pasos?

No se desaliente. Nadie es perfecto. Ninguno sigue sin fallar los principios de los doce pasos o la instrucción espiritual de la Biblia. Ningún ser humano ama en una forma perfecta, nuestra energía se agota y nuestras relaciones no se mantienen permanentemente en el más alto de los niveles. No hay cónyuges perfectos, ni familias perfectas. Tampoco existe una intimidad sin contratiempos. Pero lo que sí es real es que podemos decidir hacer cambios en nuestra vida y avanzar junto con nuestra familia por caminos de espiritualidad. Los principios y las instrucciones que leemos son la guía en ese proceso. Nuestro objetivo es progresar, no ser perfectos. Buscamos cada día entender y vivir mejor el amor para con Dios, para con nosotros mismos, para con nuestros seres queridos y para con todos (Lea en la Biblia Mateo 22:34-40). Esto significa que nos comprometemos a ser más cuidadosos de nosotros mismos, de nuestra vida íntima, de nuestras relaciones más importantes y de nuestras palabras (Lea en la Biblia Santiago 3:2-12).

 La experiencia nos ha enseñado que con facilidad las cosas en nuestra vida personal y familiar se vuelven ingobernables y que, pese a nuestros esfuerzos, nos encaminamos a la destrucción. Dadas las circunstancias en las que nos encontramos es prácticamente imposible no fallar. La Biblia enseña que si alguno cree que no falla, está viviendo una mentira; pero si reconocemos nuestros errores, alcanzamos el perdón y la sanidad (Lea en la Biblia 1 Juan 1:8-9). De ahí que lo importante es perseverar y mejorar cada día (Lea 1 Corintios 10:12). Los que participamos en este grupo nos hemos dado cuenta de que ningún poder humano puede darnos el amor, la paz y alegría que perdimos. Por eso creímos el mensaje y la experiencia de otros y buscamos permanentemente la ayuda de un poder externo y superior a nosotros. Renunciamos al deseo iluso de querer se dioses de nuestra propia vida y a alcanzar por nosotros mismos la seguridad y la inmortalidad. Por lo tanto hemos puesto nuestra confianza en Dios y nos comprometemos a ser constantes en nuestra nueva forma de vivir. 

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¿EN QUÉ CONSISTE EL PROGRAMA?

La columna vertebral de este programa son los doce pasos que compilaron por primera vez los grupos de alcohólicos anónimos. Según el Dr. Hart, profesor de psicología, «no hay programa de recuperación que haya sido tan efectivo en ayudar a la gente a sobreponerse a sus adicciones como los programas basados en los doce pasos… también los doce pasos se han aplicado con éxito a conductas compulsivas y a conflictos matrimoniales.»  (1)

Según el  libro de Alcohólicos Anónimos raras veces fracasan las personas que siguen estos pasos. Aquellos que no logran resultados son personas que no están dispuestas a entregarse totalmente a este simple programa. Son incapaces de entender o aplicar las exigencias de la honestidad mutua y rigurosa. Hay también aquellos que no están listos para aceptar el compromiso de trabajar para una vida y una familia mejor. Algunas personas sufren de trastornos emocionales muy fuertes y necesitan tratamiento psiquiátrico o psicológico, pero muchos también, siendo completamente honestos, pueden beneficiarse de este programa, previo el consentimiento de su terapeuta.

Aquí leemos, tanto la literatura relacionada con los doce pasos, como otros documentos de ayuda personal y, por supuesto, la Biblia. Compartimos nuestras historias relatando las experiencias que solíamos vivir, lo que hemos logrado aplicando los principios de este programa y cómo es nuestra vida actual. Algunas veces hay experiencias que no queremos compartir en la reunión o situaciones que son especialmente difíciles para nosotros en el ejercicio de estos pasos. En estos casos buscamos a alguien con experiencia comprobada en el trabajo de los doce pasos para que nos ayude individualmente. Esta persona o pareja vienen a ser nuestros mentores en el programa. Si usted está dispuesto para hacer lo que sea necesario con el fin de superar su situación actual y recuperar su vida y su familia, entonces está listo para iniciar su viaje por el camino de los doce pasos.

El programa implica trabajo. Además de asistir consistentemente a las reuniones usted deberá leer los varios artículos que aparecen en este cuaderno, así como el libro «Doce Pasos Que Nos Acercan Al Camino de Dios» por Don Umphrey, prestando especial atención a las distintas lecturas bíblicas que el texto sugiere. También le recomendamos leer el libro «Los Doce Pasos y Las Doce Tradiciones» de A.A y otra literatura de recuperación que tenga a la mano. Debe tomar tiempo para leer y trabajar personalmente y con su familia las recomendaciones y verdades que irá descubriendo. Escoja el tiempo y el espacio apropiado, sin interrupciones, para leer y trabajar el programa. Al leer, escribir o reflexionar sobre los distintos temas que encontrará durante el programa, empiece pidiéndole a su Poder Superior, entendimiento, valor y poder para realizarlos. Recuerde que este es un programa basado en la espiritualidad. Descubra la dimensión del espíritu. Por otra parte, hay que acostumbrarse a poner en práctica pronto aquellas conductas que nos producen buenos resultados. Empiece a vivir un día a la vez y comience cada día recordando cuánto vale usted y cuán grande es el valor de su familia. Cada uno individualmente hace este trabajo por sí mismo, pera fomentar el desarrollo personal. No pierda de vista la meta que es alcanzar la sobriedad, la serenidad y potenciar el amor. 

Algunas veces titubeamos y nos resistimos frente a algunas de las exigencias de los doce pasos. Quisiéramos encontrar algo más fácil y suave. Pero no existe tal cosa. Hay que emprender el camino con total resolución y sin miedo. Muchos hemos querido apegarnos a nuestras propias ideas y esquemas mentales habituales, mientras participamos en el programa, pero el resultado ha sido nulo, mientras no decidimos desechar por completo la vieja manera de pensar y vivir.

Nuestros verdaderos enemigos son engañosos, sorpresivos y poderosos. Estos son, nuestras adicciones, el resentimiento por las heridas que nos han causado, la ira, los celos, el egoísmo, la desconfianza, la ansiedad, el temor, los hábitos destructivos y muchas otras cosas parecidas (Lea en la Biblia Gálatas 5:19-21). Reconocemos que somos impotentes frente a estos enemigos colosales, pero creemos que un poder superior a nosotros mismos nos puede volver al camino de la vida plena.

Hemos comprobado que acciones a medias no nos conducen a ninguna parte. Por consiguiente, buscamos la protección y el cuidado de Dios y nos aventuramos a seguir estos pasos con el cien por ciento de nuestra voluntad y energía.

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(1)  El comentario del Dr. Archibald D. Hart se ha tomado del libro, Doce Pasos Que Nos Acercan Al Camino de Dios por Don Umphrey.

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LOS DOCE PASOS DEL GRUPO «APOYO»

Paso 1 - Admitimos que nos volvimos impotentes ante nuestros problemas y que ya no podíamos administrar bien nuestra vida personal y familiar, ni participar de los beneficios de nuestras relaciones. El primer paso incluye descubrir los patrones destructivos que nos controlan y hacer una evaluación honesta de los beneficios y costos de nuestros comportamientos y actitudes.

Paso 2 - Creímos que un poder externo y superior a nosotros mismos podía restaurar nuestra la salud mental y nuestra capacidad de mantener relaciones cercanas saludables.

Paso 3 - Decidimos entregar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios como alcanzamos a percibirlo. Este es el paso en el cual decidimos buscar soluciones por medios espirituales.

Paso 4 - Hicimos un inventario interno, profundo y valiente de nuestra vida y de nuestras relaciones con quienes nos rodean empezando con las personas más cercanas.

Paso 5 - Admitimos ante Dios, nosotros mismos y otras personas la naturaleza exacta de nuestras faltas. Este es el paso que nos libera para comenzar de nuevo.

Paso 6 - Decidimos dejar que Dios nos apartara por completo de todos nuestros defectos de carácter, nuestros malos hábitos de comunicación y nuestras faltas de amor. En este paso fomentamos nuestro deseo de cambiar.

Paso 7 - Humildemente le suplicamos a Dios que nos apartara de nuestras imperfecciones. Este es el paso en el cual clamamos a Dios que nos ayude.

Paso 8 - Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos ofendido y decidimos enmendar nuestros errores.

Paso 9 - A todos los que pudimos les pedimos perdón por nuestras ofensas y reparamos los daños, teniendo cuidado de no causarle perjuicios materiales, morales o físicos a nadie.

Paso 10 - Continuamos haciendo semanalmente un inventario personal de nuestra vida y nuestras relaciones y cuando fallamos lo admitimos pronto. Este es el proceso mediante el cual reversamos nuestros patrones destructivos.

Paso 11 - Mediante oración y meditación personal y familiar mejoramos nuestra relación con Dios y liberamos nuestra mente para conocer su voluntad y tener poder para cumplirla. Este es el paso mediante el cual profundizamos nuestro sentido de ser guiados y sustentados por Dios y potenciamos la serenidad, la fe y la espiritualidad.

Paso 12 - Habiendo despertado espiritualmente llevamos este mensaje a otros y practicamos estos principios en toda ocasión, empezando por nuestras relaciones más cercanas.

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PREAMBULO

Este grupo es una comunidad de personas, sin distinción de cultura, raza o estrato social, que voluntariamente comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza con el fin de crecer hacia una vida familiar plena. Hemos sufrido personalmente y con nuestras familias por causas diversas, tales como adicciones, comportamientos disfuncionales, y distintos problemas emocionales, y estamos aquí para enfrentar con el apoyo mutuo nuestros problemas. Los únicos requisitos para ser miembros de este grupo son el deseo sincero de una vida mejor y el compromiso de potenciar el amor en nuestras familias. Si participamos en este programa como pareja, nos comprometemos a una relación monógama y heterosexual.

Aquí no se pagan honorarios ni cuotas a nadie. Nos mantenemos con nuestras propias contribuciones voluntarias. Este grupo no está afiliado a ninguna institución religiosa en particular, a ningún partido político, ni a ninguna otra organización. No respalda ni se opone a ninguna causa ajena a la recuperación y al desarrollo personal y familiar. Nuestro objetivo es mantener la sobriedad y la serenidad en todas las áreas de nuestra vida personal y familiar, fomentando relaciones saludables a través del desarrollo espiritual de cada uno. La sobriedad es un estado mental libre de influencias controladoras y perturbadoras y la serenidad es la calma interior que nos permite vivir sin fantasmas del pasado, sin temor de ser descubiertos en el presente y sin ansiedad por el futuro. En cuanto nos sea posible y conveniente, mantenemos relaciones de cooperación cordiales, pero autónomas, con otros diversos grupos de apoyo y recuperación. 

Este grupo no es un sustituto de terapia u orientación psiquiátrica o psicológica. Cualquier persona con un diagnostico de trastorno mental o emocional debe buscar y mantener ayuda psicológica o psiquiatrica. Los participantes deben saber que si sus situaciones son graves, ponen en peligro su vida o la de otros, o no mejoran adecuadamente, deben también buscar ayuda psicológica o psiquiátrica y que ni este grupo ni ninguno de sus miembros o facilitadores se hace responsable de ofrecer tratamiento médico o psicológico alguno. Si alguno de los presentes está bajo tratamiento psiquiátrico o sicológico debe consultar con su médico o psicólogo antes de participar en este grupo.

Los participantes deben entender también que este no es un grupo para dar consejos. Se trata simplemente de compartir las experiencias personales y cómo cada uno ha enfrentado sus propios problemas personales o familiares. Ocasionalmente alguno de los miembros con poca experiencia en este tipo de grupos puede ofrecer recomendaciones o confrontar a otros participantes sin el debido tacto. Los participantes deben saber que es enteramente su responsabilidad personal evaluar las recomendaciones que sus compañeros les den y que de ninguna manera deben sentirse presionados a tomar acción alguna en contra de su voluntad. 

En este grupo se enfatiza la espiritualidad. Procuramos descubrir y satisfacer  nuestras necesidades espirituales y potenciar las funciones del espíritu. Buscamos una comunión honesta con Dios, y procuramos discernir su voluntad y poner en Él nuestra confianza, en la medida en que alcanzamos a percibirlo. Con este propósito seguimos el formato para nuestras reuniones estipulado en este enlace: Formato para las reuniones

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FORMATO DE LAS REUNIONES

  1. Oración inicial.
  2. Lectura del preambulo.
  3. Presentación.
  4. Lecturas: Alguno de los parrticipantes puede contribuir con una lectura que hay impactado recientemente su vida. Si nadie tiene una lectura para compartir, pueden usarse los siguientes ejemplos.
    • ¿En qué consiste el programa?
    • El secreto es progresar
    • Guías para una buena reunión
    • Resumen de los doce pasos
    • Otras lecturas sugeridas por los facilitadores.
  5. Hora de compartir
    • Los parcipantes que así lo deseen pueden compartir una experiencia personal
    • Los participantes reflexionan grupalmente sobre la experiencia compartida. Es una reflexión no una oportunidad para dar consejos o recomendaciones. Reflexionar sobre la experiencia compartida es hablar de cómo dicha experiencia se relaciona con la vida y esperiencia personal de uno. Seguimos los siguientes pasos:
      • Idenficar el corazón de la o las experiencias: Al partir de la experiencia personal de cada uno, los participantes procurarán descubrir cuál puede ser la energía central de la o las experiencias. Esta definición debe ser muy breve, sin enjuiciamientos ni posturas. Se trata de percibir la fuerza central de la o las experiencias.
      • Los participantes hablarán de cómo sus vivencias, cultura y tradiciones se relacionan con el corazón de la experiencia o experiencias.
      • Los participantes se enfocarán en expresar sin ejuiciamientos sus sentimientos en relación con la o las experiencias. Todos deben recordar que los demás están compartiendo sus sentimientos y que esto no implica una evaluación moral de la experiencia o experiencias de otros. Es simplemente cómo me siendo yo aquí y ahora respecto a lo que se ha compartido.
      • Los participantes relacionarán el corazón de la experiencia o experiencias con imagenes y sensaciones.
      • Los participantes procurarán descubrir como se relacióna el corazón de la experiencia o experiencias con lo que recuerdan de la Biblia. 
      • Los participantes identificarán posibles nuevas perspectivas o significados que hayan surgido en la reflexión grupal.
    • Los participantes se enfocarán grupalmente en acciones a tomar como resultado de la reflexión del grupo. Las siguientes preguntas pueden ayudar al grupo a identificar acciones a tomar.
      • ¿Qué ha estado Dios haciendo en mi vida?
      • ¿Qué debe estar pasando en mi vida y en mi contexto? ¿Qué tensión observo entre mi presente y las posibilidades mejores del futuro?
      • ¿Qué cambios interiores puedo intentar en mi corazón?
      • ¿Cómo puedo ser presencia o signo de la cercanía de Dios en mi entorno?
  6. Oración final
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Recursos

Porlafamilia. Un portal con varios cursos para mejorar la familia y enfrentar la infidelidad.

La Codependencia: Una breve descripcion de la condicion codependiente.

12 Pasos que nos acercan más a Dios - Kindle o papel - El libro explora las raíces cristianas de los doce pasos que se usan en diversos grupos de recuperación y muestra cómo usarlos para enriquecer la fe.

12 pasos y 12 tradiciones - El libro de recuperación usado en AA

Teoría de Bowen: Definiciones (Inglés)